24/8/08

Carta a mi Padre

Durante tu vida entera trabajaste duramente, sacrificando todo a tus hijos, en especial a mí. Por lo tanto, yo he vivido cómodamente, he tenido absoluta libertad para estudiar lo que se me dio la gana, no he tenido que preocuparme por el sustento, por nada, por lo tanto, y en cambio de eso, tú no pedías gratitud (tú conoces como agradecen los hijos) pero esperabas por lo menos algún acercamiento, alguna señal de simpatía; por el contrario, yo siempre me he apartado de ti, metido en mi cuarto, con mis libros, con amigos insensatos, con mis ideas descabelladas; jamás hablé francamente contigo, en el templo jamás me acerqué a ti, no fui jamás a visitarte, tampoco he conocido el sentimiento de familia, ni me ocupé del negocio ni de tus otros asuntos, te endosé la fábrica y te abandoné luego, y mientras que por ti no muevo ni un dedo, no hay cosa que no haga por mis amigos. Si haces un resumen de tu juicio sobre mí, surge que no me reprochas nada que sea en realidad indecente o perverso, sino mi frialdad, mi alejamiento, mi ingratitud.

Este es un pequeño fragmento de la carta que Franz Kafka le escribió a su padre, relata sus miedos, sus inseguridades, sus frustraciones, sus locuras; desde que era un niño hasta convertirse en adulto.

Los sentimientos se tienen que expresar cuando las personas están vivas, después... después ya nada tiene sentido.

No hay comentarios: